La palma africana (Elaeis guineensis), se ha convertido en la segunda proveedora de aceite vegetal más usado por la industria alimentaria y cosmética a nivel mundial, producida mayormente por Indonesia y Malasia quienes representan más del 70% de la producción mundial, seguidos por Brasil, Ecuador, México, Colombia, África occidental, Tailandia y Papúa Nueva Guinea, países que se han visto afectados por la deforestación de extensas áreas para sembrar Palma Africana, generando contaminación, cambiando ecosistemas, impactando negativamente la biodiversidad del planeta tierra.
El Aceite de palma tiene propiedades químicas y físicas que lo distinguen del resto de aceites vegetales conocidos, a temperatura ambiente mantiene las texturas deseadas y la untuosidad necesaria para lograr productos con características ideales y a bajos costos. Podemos encontrarlo en jabones, detergentes, cosmética (por su untuosidad), cremas de cacao, bollería industrial, galletas, tostadas, comidas precocinadas, chips, snacks o aperitivos fritos (dada su resistencia al freír), velas (sustituto de parafina), margarinas, y un sin número de productos de uso diario que encontramos en los supermercados y tiendas. Marcas muy reconocidas manejan este aceite por todas sus cualidades técnicas que permiten abaratar costos sin alterar el sabor ni la “calidad virtual “del producto a pesar de la creciente crítica por parte de científicos, médicos y nutricionistas en todo el mundo.
El principal agente negativo y presente en el 40% el aceite de palma, es el ácido palmítico, Responsable de que la Organización Mundial De La Salud recomienda limitar el consumo , es catalogada de forma negativa la sobreexposición de este compuesto en niños y adolescentes por la European Food Safety Authority (EFSA), otras instituciones como el Center For Science In The Public Interet (CSPI) , determinaron que el consumo excesivo de ácido palmítico conlleva a problemas cardiovasculares, ha sido vinculado con la agresividad del cáncer según el instituto de investigación biomédica de Barcelona quienes determinaron una proteína llamada CD36 que genera metástasis , y cuya acción se potencia con el consumo habitual de grasas saturadas. El Cáncer de mama-próstata-colon, la diabetes tipo 2, la obesidad y el síndrome metabólico también se relacionan con la ingesta de este aceite.
Según La Fundación Española del Corazón no se debe superar más de 8 gramos al día de aceite de palma, pasarnos de la raya aumentaría nuestro colesterol más que cualquier otra cosa, el consumo de este producto nos direcciona a dañar nuestro organismo y hacerlo propenso a sufrir patologías crónicas o empeorar las enfermedades Preexistentes. Recomiendo abstenerse de comer productos que lo contengan y apostar por productos orgánicos, seguir una dieta balanceada, hacer ejercicio diario y no fumar, tu cuerpo lo agradecerá y el planeta también.